
Fue una experiencia muy enriquecedora, pues la finca aún no contaba con ningún servicio (ni agua corriente, ni luz, por ejemplo), con lo que los que nos atrevimos en la aventura tuvimos que desplegar nuestro ingenio a lo “Robinson Crusoe”.
Ninguno de nuestros niños había experimentado algo igual: montaje de las tiendas de campaña, preparación del fuego nocturno, paseo nocturno por la charca para contemplar el cielo estrellado, historias mágicas alrededor del fuego, comida realizada al fuego de leña, desayuno muy temprano contemplando y sintiendo el frescor del amanecer… en fin, todo un deleite para los sentidos.
Esperamos poder repetir la experiencia, seguramente cuando se acerque la primavera, pues fue muy gratificante para todos, adultos y niños: buena compañía, buen sentido del humor y muchas ganas de compartir. ¡¡¡Hasta la próxima!!!